Ocio y tiempo libre se definen como el período de tiempo del que disponemos fuera de las actividades “obligatorias”, es decir, del trabajo, de las tareas domésticas, de dormir o de comer, por poner algunos ejemplos.
Un estilo de vida poco saludable y sedentario es considerado una verdadera epidemia de nuestro siglo y una importante causa de disminución de la calidad de vida. Sin embargo, como estilo de vida poco saludable, no se debe entender sólo la ausencia de ejercicio y alimentación adecuada, sino también la inexistencia de tiempo libre.
Las actividades que podemos hacer en nuestro tiempo libre pueden ser pasivas (ir al cine, al teatro, conciertos, o ver la televisión, entre otros) o activas (ejercicio físico, como ejemplo más característico).
Mantenerse activo es una de las cosas que se pueden hacer para enfrentarse a la enfermedad. Sin embrago, el beneficio de estas actividades es, no sólo psicológico (estar distraído relaja mentalmente), sino también físico. Este hecho ha sido demostrado en numerosos estudios clínicos.
De hecho se ha observado cómo los pacientes (incluso adolescentes) con actividad física antes, durante y después de un tratamiento contra el cáncer, se encontraban psicológicamente mejor que los que no lo tenían¹.
Muchos estudios han relacionado el ejercicio físico con una disminución de cáncer y mejor pronóstico. Por poner algunos ejemplos, se ha encontrado una relación inversa entre el ejercicio físico y el cáncer de pulmón². La relación entre actividades lúdicas y riego de cáncer de mama también se ha analizado. De nuevo se ha visto como la actividad física es un indicador favorable del riesgo de cáncer de mama³.
No es el objetivo de esta sección hacer un análisis exhaustivo de los beneficios del ejercicio físico sobre los tumores, sino tan sólo recordar con algunos ejemplos la importancia que el ejercicio tiene en relación con el cáncer.
Referencias:
- Keats MR, Courneya KS, Danielsen S, Whitsett SF. Leisure-time physical activity and psychosocial well-being in adolescents after cancer diagnosis. J Pediatr Oncol Nurs. 1999 Oct;16(4):180-8.
- Tardon A, Lee WJ, Delgado-Rodriguez M, et al. Leisure-time physical activity and lung cancer: a meta-analysis. Cancer Causes Control. 2005;16(4):389-97.
- Levi F, Pasche C, Lucchini F, La Vecchia C. Occupational and leisure time physical activity and the risk of breast cancer. Eur J Cancer. 1999; 35(5):775-778
Viajes
Los viajes se encuadran muchas veces como una actividad lúdica más (ver sección actividades sociales y culturales), por lo que se relacionan también como una herramienta eficaz para luchar contra el estrés.
Sin embargo, viajar, especialmente cuando se realiza a países extranjeros, supone una fuente de preguntas y de inquietud para los pacientes con cáncer. Aunque son numerosas las razones y los lugares que llevan a una persona a viajar, en esta sección nos referiremos a aquellos viajes al extranjero, puesto que son éstos los que más “ansiedad” pueden producir a los pacientes.
Las recomendaciones nunca pueden ser universales y dependerán en una gran medida de los síntomas de los pacientes, de los tratamientos que se está recibiendo, del tipo de cáncer y del lugar al que se viaja, entre otros. Así, dos pacientes con un mismo cáncer pueden llevar dos tratamientos distintos y precisar diferentes requerimientos.
Como recomendaciones más generales cabe señalar las siguientes:
- intentar planificar el viaje con tiempo suficiente y consultar éste con su médico.
- ser realistas, es decir, es posible que viajes o actividades que en el pasado se han podido hacer, no sean adecuados en este momento.
- en ocasiones se necesitan cuidados especiales o requerimientos que han de darse a conocer antes de iniciar un viaje. Por ejemplo, oxígeno o dietas especiales.
- disponer de seguros en regla para, en caso de necesidad, poder ser atendido en otros países.
- conocimiento de las vacunaciones requeridas (ver sección vacunas en pacientes oncológicos).
En ningún caso, debemos de echarnos atrás por estas consideraciones. Es más, viajar puede resultar muy beneficioso al permitirnos hacer un “break” con lo cotidiano de la enfermedad y con la dureza psicológica que en ocasiones acarrea.
Contacto con familiares, amigos, embarazadas…
La mayoría de los medicamentos de quimioterapia afectan a la capacidad para combatir infecciones en mayor o menor medida. Pero solamente unos pocos tratamientos requerirán que el paciente tenga que evitar el contacto directo con su familia por un corto periodo de tiempo mientras las defensas se encuentran bajas a causa del tratamiento. Existen tratamientos para prevenir y tratar estos trastornos de las defensas corporales.
Por lo tanto, durante el tratamiento es importante evitar el contacto con personas que estén padeciendo una infección (por ejemplo gripe o resfriados) por precaución durante el tiempo en que la infección es transmisible.
La mejor manera de prevenir infecciones consiste en lavarse las manos a menudo, familiares y amigos que visiten o convivan con el paciente también tienen que tomar estas precauciones para protegerlo. Las mascarillas faciales se utilizan en casos muy concretos para evitar las infecciones que se transmiten a través de las vías respiratorias.
El cáncer no es una enfermedad transmisible por lo que no existe ningún problema en que las mujeres embarazadas visiten a los pacientes normalmente.
Incluso es conveniente que algún familiar cercano acompañe al paciente al hospital el día que vaya a recibir la quimioterapia y que posteriormente le recoja, ante la posibilidad de que tras el tratamiento se encuentre cansado o presente algún tipo de reacción (náuseas, vómitos u otros).