Por lo tanto, durante el tratamiento es importante evitar el contacto con personas que estén padeciendo una infección (por ejemplo gripe o resfriados) por precaución durante el tiempo en que la infección es transmisible.
La mejor manera de prevenir infecciones consiste en lavarse las manos a menudo, familiares y amigos que visiten o convivan con el paciente también tienen que tomar estas precauciones para protegerlo. Las mascarillas faciales se utilizan en casos muy concretos para evitar las infecciones que se transmiten a través de las vías respiratorias.
El cáncer no es una enfermedad transmisible por lo que no existe ningún problema en que las mujeres embarazadas visiten a los pacientes normalmente.
Incluso es conveniente que algún familiar cercano acompañe al paciente al hospital el día que vaya a recibir la quimioterapia y que posteriormente le recoja, ante la posibilidad de que tras el tratamiento se encuentre cansado o presente algún tipo de reacción (náuseas, vómitos u otros).
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Sin embargo y, debido a que los tratamientos, cada vez más eficaces, han ayudado a que muchos pacientes gocen de periodos más largos de vida sin enfermedad y que los efectos secundarios asociados con el cáncer y su tratamiento son cada vez más comunes, el cáncer y su tratamiento pueden tener un importante impacto en todos los aspectos de la sexualidad de una persona, como el deseo sexual y las disfunciones físicas y psicológicas en esta área.
La sexualidad es una función compleja que involucra los aspectos físico, psicológico, interpersonal y del comportamiento de un individuo. Es importante reconocer que un funcionamiento sexual "normal" cubre una amplia gama de factores. A fin de cuentas, la sexualidad la define cada paciente y su pareja de acuerdo con la edad, el sexo, las actitudes personales y los valores religiosos y culturales.
Muchos tipos de cáncer y sus tratamientos pueden causar disfunción sexual. Las investigaciones demuestran que cerca de la mitad de las mujeres que han sido tratadas por cáncer ginecológico y cáncer de mama padecen de disfunción sexual a largo plazo.
Los hombres que han sido tratados de cáncer de próstata han informado haber tenido problemas de disfunción eréctil que varía dependiendo del tipo de tratamiento recibido.
Las causas más comunes de disfunción sexual a menudo tienen origen físico y psicológico. Los problemas sexuales más comunes que experimentan las personas con cáncer son la pérdida del deseo sexual en hombres y mujeres, problemas para alcanzar una erección y mantenerla en los hombres, y dolor durante el coito en las mujeres.
Los hombres también pueden verse afectados por la incapacidad de eyacular, eyaculación retrógrada a la vejiga o imposibilidad de alcanzar un orgasmo. Las mujeres pueden sufrir cambios en la sensibilidad genital por dolor, falta de sensibilidad y adormecimiento, o capacidad reducida para llegar al orgasmo.
Con más frecuencia, tanto hombres como mujeres aún son capaces de tener orgasmos, aunque pueden retardarse por efecto de los medicamentos o de la ansiedad.
A diferencia de otros efectos secundarios físicos del tratamiento del cáncer, es posible que los problemas sexuales no se solucionen en los primeros dos años de supervivencia sin enfermedad, por lo que pueden interferir con el regreso a una vida normal. Los pacientes que se recuperan del cáncer deben tratar en detalle sus preocupaciones sobre dichos problemas sexuales con un profesional de la salud.
Muchos pacientes sienten temor o ansiedad sobre su primera experiencia sexual después del tratamiento. Estos estados pueden hacer que los pacientes eviten la intimidad con la pareja, las caricias y la actividad sexual.
La pareja también puede sentir temor y ansiedad en iniciar actividades que se consideren como mecanismo de presión para llegar a la intimidad o que puedan causar molestias físicas. Los pacientes y sus parejas deben hablar sobre sus preocupaciones con el médico y otro profesional de la salud cualificado. Es muy importante la comunicación sincera de los sentimientos, las preocupaciones y las preferencias.
La radioterapia y la quimioterapia pueden provocar esterilidad temporal o permanente. Estos efectos secundarios se relacionan con varios factores, como el sexo del paciente, la edad en el momento del tratamiento, el tipo específico de radioterapia o quimioterapia y la dosis, el uso de uno o varios tratamientos y el tiempo desde el inicio del tratamiento.
Un factor importante en hombres y mujeres que reciben radioterapia dirigida al abdomen o la pelvis es la cantidad de radiación que se emite hacia los testículos o los ovarios. En el caso de las mujeres mayores de 40 años, se puede presentar esterilidad con dosis más bajas de radiación. La fecundidad se puede preservar con el uso de las técnicas modernas de radioterapia en las que se usan placas protectoras de plomo para proteger los órganos reproductivos.
En los hombres, los tratamientos pueden reducir o dañar los espermatozoides. Sin embargo, en muchos de los casos los hombres pueden recuperar la fertilidad tras el tratamiento.
Los pacientes preocupados por los efectos del tratamiento del cáncer en su capacidad para tener hijos deben tratar este tema abiertamente con el médico antes de iniciar el tratamiento. El médico le puede recomendar a un especialista en fecundidad para que le muestre las opciones disponibles y le ayude en el proceso de tomar decisiones. Las opciones pueden incluir congelar espermatozoides, óvulos o tejido ovárico antes de comenzar el tratamiento.
Este punto puede resultar difícil cuando el paciente es un niño dado que puede ser muy pequeño para entender temas relacionados con la esterilidad o la sexualidad, o los padres pueden decidir proteger al niño de estos temas.
Las mujeres deben evitar quedarse embarazadas mientras dure el tratamiento, así como dar lactancia si se ha producido un parto reciente.
El tratamiento del cáncer en mujeres embarazadas dependerá del momento de la gestación.
Se sabe que la radioterapia durante el embarazo aumenta el riesgo de defectos congénitos y, por lo tanto, no se recomienda para las mujeres embarazadas con cáncer.
Durante tiempo se pensó que la quimioterapia era peligrosa para el bebé. Pero en estudios recientes se ha visto que el uso de ciertos medicamentos empleados entre el cuarto y noveno mes del embarazo, no eleva el riesgo de defectos congénitos. La seguridad de la quimioterapia durante los primeros tres meses de embarazo no ha sido evaluada.
En lo referente a la lactancia, muchos de los medicamentos que se usan como parte de la quimioterapia pueden llegar hasta la leche materna y pasar al bebé. Por esta razón, amamantar al bebé usualmente no se recomienda mientras se reciben estos tratamientos.
Después de la quimioterapia o de la radioterapia, es posible que las mujeres vean alterados sus ciclos menstruales, que pueden ser irregulares o desaparecer. Esto no significa que no puedan quedar embarazadas, por lo que los métodos anticonceptivos pueden ser necesarios durante el tratamiento.
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Los pacientes con cáncer pueden precisar transfusiones de sangre tanto por el tumor (sangrados producidos por éste, afectación de la médula ósea por las propias células tumorales, anemia de las enfermedades crónicas o afectación de órganos como el bazo o los riñones) o por el tratamiento (hemorragias secundarias a la cirugía, irradiación de la médula ósea o afectación de ésta por la quimioterapia).
Aunque cuando se habla en general de transfusiones de sangre, frecuentemente la comunidad médica se refiere a las transfusiones de glóbulos rojos, no se debe olvidar que existen otros tipos de transfusiones, como la de plasma o la de plaquetas. No obstante, por la frecuencia de las primeras y su mayor importancia numérica, en esta sección sólo nos referiremos a las transfusiones de glóbulos rojos.
El criterio médico para precisar una transfusión de sangre depende de numerosos factores. No obstante, existen una serie de signos y síntomas que pueden ayudar a sospechar la existencia de una anemia severa.
Entre ellos están la sequedad de piel y mucosas, la sensación de falta de aire, el cansancio extremo, la palidez cutánea, etcétera. Es importante señalar, no obstante, que la necesidad de precisar o no de una transfusión es un criterio médico, que sólo puede ser tomado teniendo en cuenta demasiados factores como para poder ser resumidos en este apartado.
Existen todavía multitud de “miedos” ante la decisión de tener que recibir una transfusión sanguínea. En la actualidad, la posibilidad de ser contagiado por enfermedades infecciosas es prácticamente nula y la transmisión de enfermedades crónicas raramente ha sido comunicada.
La posibilidad de que un donante con cáncer (subclínico, es decir, que todavía no se ha manifestado) pueda transmitirlo al receptor ha sido también motivo de estudio. Un trabajo retrospectivo realizado por investigadores daneses y suecos¹, valoró la posibilidad de que donantes precancerosos, definidos como aquellas personas donantes diagnosticados de cáncer en los 5 años siguientes a la donación, pudieran transmitir la enfermedad a los receptores.
El resultado no pudo ser más concluyente: el riesgo relativo fue 1 (IC95%, 0,94 a 1,07) comparando los que recibieron sangre de donantes precancerosos de los donantes no precancerosos.
Referencias:
Hay dos circunstancias en las que un paciente oncológico pueda precisar vacunas. La primera de ellas se refiere al campo de la onco-pediatría. Es decir, aquellas situaciones en las que un niño tenga cáncer y precise ser vacunado conforme al calendario vacunal. La segunda circunstancia se refiere a la vacunación que algunas personas precisan al visitar ciertos países.
Hay dos grandes tipos de vacunas: las vacunas vivas, es decir, aquellas hechas con microorganismos vivos-atenuados, y las vacunas a base de agentes no vivos (vacunas inactivadas), la mayoría de las veces realizadas con proteínas.
Existen dos problemas principales en relación a las vacunas y al cáncer. Muchas veces, bien sea consecuencia de los tratamientos, de la enfermedad tumoral o de ambos, los pacientes presentan estados más o menos severos de inmunodepresión.
Esto lleva consigo dos importantes problemas. El primero, en relación a las vacunas con agentes atenuados. Estas vacunas llevan pequeñas cantidades de bacterias o virus que, aunque alterados, en situaciones especiales, como las que hemos señalado, pueden desarrollar la infección. Por este motivo, si es posible, se recomienda demorar este tipo de vacunas hasta aproximadamente 6 meses de terminar los tratamientos de quimioterapia.
El segundo problema que nos encontramos en los pacientes inmunodeprimidos que requieren ser vacunados, es la posibilidad de que las vacunas no desencadenen la respuesta inmunológica deseada, y por lo tanto no hagan su función. Ante la necesidad de recibir vacunas, se recomienda ser valorado conjuntamente por los servicios de oncología y de enfermedades infecciosas o de medicina preventiva.
Un último aspecto de gran importancia que merece la pena ser señalado se refiere a los familiares de pacientes con cáncer que son vacunados, generalmente niños. Los niños vacunados no implican riesgo para los familiares con cáncer.
Los estudios clínicos de tratamiento para cáncer son estudios de investigación para encontrar mejores formas de tratar el cáncer. Los estudios clínicos aleatorizados, por lo general, comparan el tratamiento más aceptado para el cáncer (tratamiento estándar) con un nuevo tratamiento que los médicos esperan que pudiera ser mejor.
El término aleatorizado refleja la necesidad de que la asignación del tratamiento que el paciente vaya a recibir se realice sin que haya manera de determinarlo a priori. Cada estudio clínico tiene sus requisitos para participar, tales como la edad, el sexo o el tipo de cáncer. Usted debería preguntar a su médico si puede participar en un estudio clínico.
Antes de entrar a un estudio clínico, el médico, la enfermera u otra persona del equipo de investigación le explicará el propósito del estudio y qué sucederá durante el mismo. Puede hacer cualquier pregunta sobre el estudio. También le darán un formulario de consentimiento para que lo lea. En este formulario se explicará:
Antes de que empiecen los estudios de investigación, los mismos son aprobados por un grupo de expertos a nivel nacional y local. La labor de estos grupos consiste en revisar los estudios clínicos y asegurarse de que se llevan a cabo de forma segura y justa.
No se sabe con seguridad si el nuevo tratamiento del estudio clínico le ayudará más que el estándar en su caso concreto. Además, los nuevos tratamientos pueden tener efectos tóxicos. Pero lo que sí es importante recordar es el hecho de que existe siempre una buena base científica que justifica el estudio.
No obstante, es su decisión si quiere participar en un estudio clínico o no. Es recomendable que analice todas sus opciones de tratamiento con la ayuda de su familia y de su médico. Eso le puede ayudar a decidir si un estudio clínico es la mejor forma de tratar su cáncer.
Usted y su familia deben hacer todas las preguntas que deseen antes de que usted decida participar en un estudio clínico. Asegúrese de obtener toda la información que necesita antes de tomar la decisión.
Éstas son algunas de las preguntas que debe hacer antes de decidir si participa en un estudio clínico:
Toda persona en tratamiento con quimioterapia debe consultar con su médico si nota alguno de los siguientes síntomas: sangre en las heces o en la orina, fiebre superior o igual a 38ºC, tos, dolor de garganta, dificultad para caminar o subir escaleras, estreñimiento severo, náuseas o vómitos incontrolables, dolor fuerte de cabeza, enrojecimiento, inflamación o dolor en labios, lengua, boca o garganta, en especial, si le dificulta la ingesta de alimentos o de líquidos.
Antes de cada tratamiento, se le realizará un control hematológico, con una analítica general, para descartar que exista una toxicidad importante (descenso de las defensas, anemia severa o disminución de las plaquetas, así como alteración de las funciones hepática o renal).
En ocasiones, el tratamiento puede causarle hormigueo en los dedos de los pies y manos, que puede desaparecer lentamente tras finalizar el mismo. Si las molestias le limitan su vida normal, coméntelo a su médico, pues puede que sea necesario una reducción de dosis.
Algunas personas con cáncer pueden seguir trabajando y continuar con su vida normal mientras reciben su tratamiento. Otras personas ven que necesitan más descanso de lo acostumbrado y deben reducir su actividad física. El equipo médico proporcionará información y consejo en cada caso concreto en función del estado general del paciente y las actividades que desarrolle habitualmente en el desempeño de su actividad laboral.
Es muy habitual que haya dudas acerca de si solicitar o no la baja laboral. Si el paciente decide trabajar, sería recomendable que se organizara de manera que el horario se ajuste a las sesiones de quimioterapia, e incluso trabajar a tiempo parcial o tomarse 1 ó 2 días libres tras el tratamiento.
Es bien sabido que el tabaco es causa de desarrollo de múltiples tumores como el cáncer de pulmón, el de cabeza y cuello, vejiga, esófago y estómago así como de otras enfermedades graves como la bronquitis crónica o la cardiopatía isquémica. Por ello, es indiscutible que “dejar de fumar siempre es beneficioso”.
Si nos centramos en pacientes ya diagnosticados de cáncer de pulmón, es importante saber que también es importante que dejen de fumar porque el pronóstico de los pacientes que dejan de fumar es mejor que el de los que mantienen el hábito. De hecho, los pacientes que continúan fumando tras el diagnóstico, tienen un riesgo de muerte de alrededor de 2 -3 veces superior a los que dejan de fumar.
Además el tabaco es un irritante de las mucosas y esto puede perjudicar a pacientes que están recibiendo quimioterapia o radioterapia (que pueden inflamar las mucosas).
Por último, hay fármacos quimioterápicos (como la bleomicina), que pueden producir daño pulmonar, y esto puede agravarse en pacientes fumadores.
Por todo ello, es importante abandonar el hábito tabáquico durante el tratamiento oncológico si no se ha hecho antes.
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Un estilo de vida poco saludable y sedentario es considerado una verdadera epidemia de nuestro siglo y una importante causa de disminución de la calidad de vida. Sin embargo, como estilo de vida poco saludable, no se debe entender sólo la ausencia de ejercicio y alimentación adecuada, sino también la inexistencia de tiempo libre.
Las actividades que podemos hacer en nuestro tiempo libre pueden ser pasivas (ir al cine, al teatro, conciertos, o ver la televisión, entre otros) o activas (ejercicio físico, como ejemplo más característico).
Mantenerse activo es una de las cosas que se pueden hacer para enfrentarse a la enfermedad. Sin embrago, el beneficio de estas actividades es, no sólo psicológico (estar distraído relaja mentalmente), sino también físico. Este hecho ha sido demostrado en numerosos estudios clínicos.
De hecho se ha observado cómo los pacientes (incluso adolescentes) con actividad física antes, durante y después de un tratamiento contra el cáncer, se encontraban psicológicamente mejor que los que no lo tenían¹.
Muchos estudios han relacionado el ejercicio físico con una disminución de cáncer y mejor pronóstico. Por poner algunos ejemplos, se ha encontrado una relación inversa entre el ejercicio físico y el cáncer de pulmón². La relación entre actividades lúdicas y riego de cáncer de mama también se ha analizado. De nuevo se ha visto como la actividad física es un indicador favorable del riesgo de cáncer de mama³.
No es el objetivo de esta sección hacer un análisis exhaustivo de los beneficios del ejercicio físico sobre los tumores, sino tan sólo recordar con algunos ejemplos la importancia que el ejercicio tiene en relación con el cáncer.
Referencias:
Los viajes se encuadran muchas veces como una actividad lúdica más (ver sección actividades sociales y culturales), por lo que se relacionan también como una herramienta eficaz para luchar contra el estrés.
Sin embargo, viajar, especialmente cuando se realiza a países extranjeros, supone una fuente de preguntas y de inquietud para los pacientes con cáncer. Aunque son numerosas las razones y los lugares que llevan a una persona a viajar, en esta sección nos referiremos a aquellos viajes al extranjero, puesto que son éstos los que más “ansiedad” pueden producir a los pacientes.
Las recomendaciones nunca pueden ser universales y dependerán en una gran medida de los síntomas de los pacientes, de los tratamientos que se está recibiendo, del tipo de cáncer y del lugar al que se viaja, entre otros. Así, dos pacientes con un mismo cáncer pueden llevar dos tratamientos distintos y precisar diferentes requerimientos.
Como recomendaciones más generales cabe señalar las siguientes:
En ningún caso, debemos de echarnos atrás por estas consideraciones. Es más, viajar puede resultar muy beneficioso al permitirnos hacer un “break” con lo cotidiano de la enfermedad y con la dureza psicológica que en ocasiones acarrea.
La mayoría de los medicamentos de quimioterapia afectan a la capacidad para combatir infecciones en mayor o menor medida. Pero solamente unos pocos tratamientos requerirán que el paciente tenga que evitar el contacto directo con su familia por un corto periodo de tiempo mientras las defensas se encuentran bajas a causa del tratamiento. Existen tratamientos para prevenir y tratar estos trastornos de las defensas corporales.
Por lo tanto, durante el tratamiento es importante evitar el contacto con personas que estén padeciendo una infección (por ejemplo gripe o resfriados) por precaución durante el tiempo en que la infección es transmisible.
La mejor manera de prevenir infecciones consiste en lavarse las manos a menudo, familiares y amigos que visiten o convivan con el paciente también tienen que tomar estas precauciones para protegerlo. Las mascarillas faciales se utilizan en casos muy concretos para evitar las infecciones que se transmiten a través de las vías respiratorias.
El cáncer no es una enfermedad transmisible por lo que no existe ningún problema en que las mujeres embarazadas visiten a los pacientes normalmente.
Incluso es conveniente que algún familiar cercano acompañe al paciente al hospital el día que vaya a recibir la quimioterapia y que posteriormente le recoja, ante la posibilidad de que tras el tratamiento se encuentre cansado o presente algún tipo de reacción (náuseas, vómitos u otros).
]]>Los alimentos crudos contienen bacterias en mayor medida que los cocidos y existe una mayor probabilidad de poder adquirir una infección que con un estado de defensas normal no se adquiriría. Por tanto, es recomendable evitar tomar alimentos crudos dado que la mayoría de medicamentos de la quimioterapia pueden provocar un descenso transitorio de las defensas.
Es importante reforzar las pautas de manejo seguro de los alimentos, como mantener limpias las manos y las superficies donde se preparan los alimentos, cocinar los alimentos a temperaturas adecuadas, refrigerar pronto los alimentos y mantener los alimentos crudos alejados de los alimentos preparados cuando se conservan en el frigorífico.
Algunos alimentos o suplementos nutricionales no se combinan de manera segura con ciertos medicamentos. La combinación de estos alimentos y medicamentos puede reducir o cambiar la eficacia del tratamiento o producir efectos secundarios que pueden ser importantes en casos muy concretos. Dos ejemplos clásicos son el zumo de pomelo que puede interferir en la eliminación de algunos medicamentos provocando un incremento de la toxicidad de los medicamentos que se eliminan a través de la misma vía metabólica, o el alcohol que puede también incrementar la toxicidad de determinados medicamentos en el transcurso de la quimioterapia.
]]>Los textos de esta página han sido revisados por la Sección SEOM de Prevención y Diagnóstico Precoz.
La información que contienen las siguientes páginas es de carácter general y la finalidad con la que se ha elaborado es para que usted tenga mayor conocimiento sobre el cáncer y sus tratamiento. Por tanto, no se debe aplicar exactamente a ningún caso clínico concreto. En última instancia, el tratamiento de cada caso individual lo debe decidir con su oncólogo médico, quien tras estudiar pormenorizadamente todas las exploraciones que se le hayan realizado, y considerar todos los factores clínicos y patológicos que concurran en su caso, le ayudará a elegir la opción más adecuada para usted. Debe entender que esta información no pretende sustituir a la que reciba directamente de su especialista.
Los contenidos informativos que se exponen son orientativos, y no pueden servir como base o prueba legal en ningún juicio.
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Es frecuente que en las consultas de oncología médica los pacientes pregunten a su oncólogo sobre la dieta que pueden hacer o la actividad física que deben realizar, y se encuentran con escasa evidencia científica en este ámbito para dar respuesta a estas cuestiones.
En esta página web se ofrecen consejos para tolerar mejor los tratamientos oncológicos y para entender algunos aspectos del cáncer. Se da respuesta a las dudas que se plantean los pacientes y sus familiares antes, durante y después del tratamiento.
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