Recomendamos ducha o baño poco prolongados, con agua templada y con jabones de ph neutro, de avena o glicerina. Debe evitarse el rascado y el empleo de esponjas.
La piel es el órgano más extenso del organismo y en consecuencia uno de los que más sufren durante los tratamientos de quimio o radioterapia. Además, en muchas ocasiones refleja el estado interno del organismo, al tiempo que nos protege de las agresiones del medio externo. La quimioterapia resulta muy eficaz pero no es capaz de distinguir entre las células cancerígenas y las normales, por lo que suele producir efectos colaterales en órganos con un recambio celular importante como el tubo digestivo o la piel. Por el contrario, la Radioterapia tiene una acción más localizada, logrando destruir las células malignas pero también otras que encuentra a su paso como las células cutáneas de la zona en cuestión. En ambos casos suele tratarse de efectos secundarios banales y sin importancia clínica, sin embargo disminuyen la calidad de vida del paciente y empeoran su aspecto estético. Por ello, destacamos una serie de medidas generales que ayuden a un mejor cuidado de la piel de estos pacientes, que minimice dichos efectos cutáneos adversos.
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Higiene e Hidratación de la Piel Recomendamos ducha o baño poco prolongados, con agua templada y con jabones de ph neutro, de avena o glicerina. Debe evitarse el rascado y el empleo de esponjas. Es conveniente evitar los desodorantes que contengan cloruro de aluminio por su grado de irritación (existen algunos en crema que al mismo tiempo hidratan la zona). Aunque no en todos los casos, suele ser un efecto secundario frecuente pero reversible. Uno de los problemas más frecuentes en el paciente oncológico es el de las pigmentaciones cutáneas. Además gran parte de los quimioterápicos son fotosensibles (es decir, capaces de provocar reacciones cutáneas con el sol), de ahí la importancia de una adecuada protección frente al mismo. BIBLIOGRAFÍA del apartado de Toxicidad Cutánea |
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